Tomé la Primera comunión en la Iglesia de Jesús del Monte, en la Víbora, La Habana, allí estudié el catecismo, con monjas de la congregación del convento que pertenecía a la Iglesía, aprendí a orar, rezar y a tener fe en casa con mi abuelita, yo jugaba a ser monja y cuidar enfermos, me veía en una clínica laborando, esas eran mis fantasías infantiles, no lo fuí , no fue posible, sin embargo hoy diera lo que no tengo por entregar mi vida a una causa tan bella como es ser una sierva de Jesús en la tierra y humildemente lo que puedo hacer es enviar mensajes de amor, sanación, y fe al mundo por esta vía. Estoy plenamente y absolutamente convencida del poder que tiene la oración. La que emana del alma, del corazón de los hombres, directa al Padre o a aquellos Santos a los cuales pedimos con devoción. También mi adorada tía Migdalia Alegret, hermana de mi padre , mi adorada tía Milagros, y mi abuela paterna Josefina Amador eran mujeres de entereza y mucha fe, con ellas conviví muy cercanamente cuando me trasladaron mis padres a vivir a un pueblo de Las Villas, Santo Domingo en Cuba.
miércoles, 26 de marzo de 2008
MI FORMACIÓN RELIGIOSA
Tomé la Primera comunión en la Iglesia de Jesús del Monte, en la Víbora, La Habana, allí estudié el catecismo, con monjas de la congregación del convento que pertenecía a la Iglesía, aprendí a orar, rezar y a tener fe en casa con mi abuelita, yo jugaba a ser monja y cuidar enfermos, me veía en una clínica laborando, esas eran mis fantasías infantiles, no lo fuí , no fue posible, sin embargo hoy diera lo que no tengo por entregar mi vida a una causa tan bella como es ser una sierva de Jesús en la tierra y humildemente lo que puedo hacer es enviar mensajes de amor, sanación, y fe al mundo por esta vía. Estoy plenamente y absolutamente convencida del poder que tiene la oración. La que emana del alma, del corazón de los hombres, directa al Padre o a aquellos Santos a los cuales pedimos con devoción. También mi adorada tía Migdalia Alegret, hermana de mi padre , mi adorada tía Milagros, y mi abuela paterna Josefina Amador eran mujeres de entereza y mucha fe, con ellas conviví muy cercanamente cuando me trasladaron mis padres a vivir a un pueblo de Las Villas, Santo Domingo en Cuba.
Etiquetas:
fotos,
La primera comunión,
mi infancia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario